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Montería. El camino recorrido no ha sido fácil, aún hoy por su juventud no todos lo aceptan como negociador, prefieren conversar con alguien más viejo, pero ni modo, les toca con él porque sabe exactamente lo que hace.

Su amor por el campo lo aprendió de su papá que trabajaba como administrador de fincas en Córdoba. Pero realmente el impacto de los animales en él se dio durante una visita a la Feria de la Ganadería en Montería en el año 2010. Allí se enamoró de los ovinos. En Córdoba había conocido carneros, pero no animales con el peso que vio en la Feria ese año, ni siquiera sabía que habían razas.

En ese tiempo tenía 13 años. A partir de allí se dedicó a investigar, a leer sobre los ovinos e incluso a hablar con criadores de otras partes del país para llenarse de información que le ayudara a tomar una decisión. Esa  indagación duró un año, antes de  hacerle la propuesta que tenía en mente a sus padres. Quería dedicarse a la cría de ovinos, pero no cualquiera, ya tenía la raza escogida.

Necesariamente antes de conocer un poco más sobre Luis Carlos Taboada Cumplido en su actividad ovina  hay que decir que no era un estudiante ejemplar, él sentía que no le estaba correspondiendo a las expectativas y sacrificios de sus padres, así que se dijo: Si no soy bueno para el colegio probaré con otra cosa en la vida real. “Estaba intentando conseguir algo para que estuvieran seguros de mis responsabilidades”, dice hoy a modo de reflexión.

Primera compra

En octubre del 2011 estaba haciendo su primera compra, dos hembras puras y un macho para incursionar en la genética de la raza Katahdin. Durante cuatro años se la pasó comercializando los animales que iban naciendo. En 2015 tomó la decisión de dedicarse exclusivamente a la genética porque no contaba con suficiente terreno para tener un rebaño más grande.

Luis Carlos Taboada a los 18 años

Luis Carlos Taboada a los 18 años ya era un experto en ovinos y mostraba con orgullo sus animales

Esta decisión trajo su obstáculo. La genética se registra y él apenas tenía 17 años. “Cuando entro a la Asociación de Criadores de Ganado Ovino de Colombia (Asoovinos) en el 2015 yo no podía registrar porque tenía 17 años. Me tocó decirle a mi papá, yo voy a poner la plata pero necesito que tu registres, a mí no me aceptan por ser menor de edad”, cuenta sobre ese momento.

Hoy diez años después de haber iniciado su amor por los ovinos, no solo terminó el colegio sino que también acaba de terminar su carrera profesional de Administración de Empresas y sigue con su ganadería ovina con 23 años.

Luis Carlos asegura que la ovinocultura lo ayudó a terminar sus estudios porque le dio seguridad ante sí mismo. “Me mostró que un no por respuesta no es definitivo, siempre hay una solución para todo. Me dijo a mí mismo que la responsabilidad es necesaria en la vida. Un negocio también te enseña como persona, que así como tengo que darle comida a un animal para que no se muera tengo que estudiar para ser alguien en la vida”.

Fue duro

Tener la ganadería ovina La Cuchilla no fue fácil para Luis Carlos Taboada. “Esto no solo es un negocio, es un amor personal que tengo. Me identifico con los animales, me relajo cuando estoy entre ellos. Todo eso nos ha ayudado con los ovinos y también a nivel general. Criar con amor y dedicación significa pasión”, dice.

Uno de los mayores obstáculos con los que se encontró Luis Carlos en su camino de la comercialización de la genética ovina es su edad, por ella perdió clientes, no le creían, y aún hoy se siente ese golpe, pero lo asume y sigue adelante.

Luis Carlos con ovejas comiendo

Luis Carlos Taboada muestra el resultado del sacrificio de diez años de trabajo.

Entre sus opciones de estudio profesional estaba la Veterinaria y la Administración de Empresas, puso en la balanza cuál le podía permitir continuar con el negocio y estudiar. Ganó la segunda porque podía estudiar en la noche y seguir administrando el negocio en el día.

“No fueron días fáciles, todo el día metido en la ganadería ovina y en la noche estudiar, pero valió la pena el sacrificio. Estos últimos años me enseñaron a que si me caía me levantaba, que todo necesita de sacrificio, yo me olvidé de las fiestas porque los sábados y domingos tenía que dedicarlos al negocio para que siguiera creciendo y en la semana, los días que no estudiaba, me venía para la finca a atender la ganadería”, comenta Luis Carlos Taboada, quien hoy es uno de los pocos criadores de ovinos que vende genética en Córdoba.

Diversifica

Además, ha diversificado su rancho, ahora no solo tiene genética ovina sino que también le ha incluido cría de pollos, cerdo y pronto piscicultura. Quiere tener una granja integral que a futuro la gente pueda visitar y mirar cómo se crían estos animales e interactuar con ellos.

Luis Carlos Taboada con pollos

Luis Carlos está diversificando la producción de animales en la finca, tiene pollos y cerdo y pronto piscicultura.

Su mensaje para los jóvenes cordobeses y colombianos es que el amor y la dedicación son necesarios: “No tengan miedo, tengan la capacidad de saber que lo pueden  hacer, que no es un sacrificio en vano. Dedíquenle tiempo a las raíces que tenemos nosotros como cordobeses, somos agropecuarios. No se desvinculen de sus raíces. Identifíquense con algo, y háganlo con amor, lo que quieran hacer”.


 

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