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Nuevas generaciones divirtiéndose y amando el campo es lo que necesita la producción de alimentos de Córdoba y Colombia.

Montería. Desde pequeño ha vivido en medio de animales, primero con bovinos y luego con ovinos. Pero no los ha visto pasar sin aprender de ellos y entenderlos. Hoy, a sus 14 años, da cátedra del bienestar animal y no porque lo haya leído de sus libros de la Repisa Veterinaria (estante en su casa para poner los libros sobre animales), sino porque la vida y el convivir con ellos se lo ha enseñado. 

Por ejemplo, del sardo negro (raza cebú que tiene su familia en Planeta Rica) a los 8 años dominaba información sobre el origen y características de la raza, después de seis años ya no solo recita lo que conocía de oír a su padre Darío sino que también lo ha visto en sus jornadas de fin de semana y vacaciones conviviendo con ellos. Para él no hay mejor plan de fin de semana que estar en los potreros atendiendo a los animales.

En pocos años será quien convenza a ganaderos en probar con esta raza para sus fincas porque lo ha vivenciado y sabe de su potencial. Y hablando desde la experiencia Samuel Piedrahíta  Velásquez asegura que son animales mansos, dóciles e inteligentes, pero sobre todo, buenos para la leche y la carne. Basta con ‘picarle’ la lengua a Samuel  para que empiece a hablar de esta raza,  no para. Es como si se abriese la llave del saber sobre el sardo negro. Él no recita un libreto, no, es que siente cada palabra que dice sobre el sardo negro porque lo conoce.

También ovinos

Pero su relación con los animales no es solo con esta raza cebuína, también hoy tiene un gran amor con la cría de ovinos, “aunque en principio no me interesaban, solo me limitaba a darle tetero cuando mi mamá empezó a tener cría de ellos y yo tenía 10 años”, asegura. Pero después de dos años de estar participando activamente en la crianza de estos animales hoy tiene grandes responsabilidades en el hato de la ganadería ovina Perseveranza que montó su madre Lina Velásquez. 

Samuel Piedrahita

Y las ocupaciones con los ovinos no lo exoneran de sus responsabilidades con la escuela, al contrario, sus clases virtuales del 7 grado de bachillerato las complementa con las ocupaciones en la ganadería ovina. Sus descansos de la jornada escolar los hace verificando que la alimentación de los animales se esté realizando conforme a lo planeado y que estén siendo atendidos como ellos se lo merecen. 

Samuel Piedrahita asegura que a él no lo han obligado a estar en el campo, él ama el campo, ama lo que hace y en el futuro se preparará profesionalmente para seguir estando en el campo.

“A los animales hay que entenderlos, ellos también sienten. Los ovinos, por ejemplo, son animales pequeños pero hay que respetarlos. Son sentimentales, es necesario ganarse la confianza de ellos y esa confianza se gana con el diario trato, te conocen cuando te lamen”, asegura Samuel Piedrahita quien es una muestra de que todavía tenemos esperanzas en que las nuevas generaciones sigan amando el campo y haciéndolo grande.

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