Sin manejo del fuego, superficie afectada por incendios forestales aumentaría hasta un 33 % en 2050
Redacción. Aunque resultaría paradójico pensar en los incendios forestales cuando prácticamente las lluvias no cesan en todo el país, la idea no es descabellada, por el contrario, se necesita de mucha anticipación.
Un estudio realizado por un equipo internacional de científicos, en el que participa una investigadora de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), destaca cómo la interacción entre la división de grandes zonas de bosques (bordes) y los incendios está transformando los ecosistemas de sabana y bosque en Sudamérica, y cómo lo seguirá haciendo en los próximos 25 años sino se toman medidas urgentes.
La investigación muestra que entre 1979 y 2013 las temporadas de incendios se prolongaron aproximadamente un 20 %. El estudio fue liderado por la ecóloga de ecosistemas Imma Oliveras Menor, del Instituto de Investigación para el Desarrollo Sostenible (IRD por sus siglas en francés), directora científica del proyecto Fire-Adapt, y por la profesora Dolors Armenteras Pascual, de la Facultad de Ciencias de la UNAL, como co-líder sénior.
“Los esfuerzos no se deben orientar solo a la respuesta de la emergencia, sino que, más allá de la prohibición del uso del fuego, la prevención de incendios implica entender el rol de este en los ecosistemas naturales y su uso controlado en sistemas productivos, lo cual es abordado en el enfoque de Manejo Integral del Fuego”.
El manejo integral del fuego es un proceso participativo y colaborativo orientado a formular, ejecutar, hacer seguimiento y evaluar políticas, estrategias, planes, programas, regulaciones, instrumentos, medidas y acciones permanentes para conocer el rol ecológico, cultural y socioeconómico del fuego y reducir el riesgo por incendios, además de incorporar estos elementos en la planificación y el manejo sostenible de los territorios, promoviendo la seguridad, el bienestar y la calidad de vida de las personas; en otras palabras, es una herramienta esencial para hacerle frente a los incendios forestales en un contexto de cambio climático.

Foto: DANIEL MUNOZ / AFP)
“Además, sus acciones se basan en tres tipos de conocimiento: el local y tradicional (que surge de las personas que habitan el territorio), el técnico (gestores del territorio, organizaciones locales, etc.), y el científico”, aporta la experta Oliveras.
Teniendo en cuenta tales aspectos, el equipo de investigadores realizó una revisión de las prácticas actuales de gestión de incendios, centrándose en el manejo integrado del fuego, su progreso y los desafíos en su implementación en diferentes regiones del mundo, con un énfasis especial en Suramérica.
Además de las estimaciones mencionadas, entre los aportes del estudio se encuentra la identificación de 5 estrategias para mejorar la gestión del fuego; estas son:
- Promoción de paisajes resilientes: reducción de la carga de combustible y diversificación del uso del suelo.
- Revalorización del conocimiento indígena y local: integración de prácticas ancestrales en estrategias de manejo modernas.
- Restauración ecológica posincendios: protección de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
- Reducción de emisiones de carbono: control estratégico del fuego para minimizar su impacto climático.
- Fortalecimiento de la gobernanza del fuego: cooperación entre gobiernos, comunidades y científicos para una gestión eficaz.
Impacto del fuego en la Orinoquia
Un ejemplo sobre la manera como los incendios impactan en los bosques es la investigación “Diseño participativo de estrategias para la reducción de incendios forestales, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo regional en paisajes multifuncionales”, financiada por el Sistema General de Regalías y realizada en los paisajes de sabana de la Orinoquia por el Laboratorio de Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod) de la UNAL.
En las zonas de transición sabana-bosque de los paisajes de sabana tropical como el de la Orinoquia, conocidas como bordes, los incendios influyen significativamente en la integridad estructural y las características funcionales de los árboles, con implicaciones para la resiliencia de los ecosistemas, el almacenamiento de carbono y la biodiversidad.
La profesora Armenteras, directora de Ecolmod, señala que “cerca de los bordes, donde termina el bosque, los árboles tienden a ser más pequeños, con menor biomasa y menor densidad de madera, o al revés, los árboles más altos están hacia el interior del bosque. Esto significa que los bosques con más bordes, normalmente más fragmentados o divididos, podrían almacenar menos carbono y ser más vulnerables a las perturbaciones. Detectamos estos efectos en promedio hasta los 50 m del borde”.
“Los resultados subrayan la urgencia de desarrollar políticas de conservación y manejo del fuego que protejan la biodiversidad y la capacidad de estos ecosistemas para resistir el cambio climático”, concluye la investigadora Armenteras.