Las adversidades no pueden apagar nuestra luz, sigamos haciendo las cosas con amor, fortaleciendo la familia: Ana María Hoyos
Montería. La vida no ha sido fácil para Ana María. Desde los 17 años le tocó tomar las riendas del hogar que conformaban sus padres, Miguel Hoyos Palencia y María Maruja Hoyos Montiel, de edad avanzada, y dos hermanos. Sus primeros años de vida estuvieron llenos del verdor de los campos, de sacar de la tierra su alimento.
Pero esa buena vida terminó a finales de la década de los 80 y principios de los 90 porque debido a la violencia que azotó a Córdoba en esa época sus padres debieron salir de la parcela que le había adjudicado el Incora en El Levante.
Desplazados de su tierra, llegaron a la zona urbana de Montería. Por fortuna, un expatrón de sus padres le cedió un lote donde había una pieza levantada para que vivieran allí.
Sus padres, que solo sabían trabajar la tierra, no encontraron donde buscar el sustento para la familia. Entonces, le tocó a Ana María asumir el sustento económico de la familia. La única posibilidad era trabajar en casa de familia. Así lo hizo. Por supuesto, los estudios que cursaba en la zona rural no los pudo seguir en Montería porque el trabajo no se lo permitía.
A los siete años de estar en Montería se casó, tuvo cuatro hijos, pero no se separó de sus padres porque ella era su sustento. Sus hermanos tomaron su propio rumbo. Con la ayuda del compañero dejó de trabajar en casa de familia y se puso a vender productos de una revista. Eso lo hizo durante 11 años liderando un grupo de mujeres mayores, pero la pandemia terminó con ese ingreso.
Ahora le dedica todo su tiempo a la parcela, la de sus padres esa que perdieron por causa de la violencia, que pudo recuperar en el año 2015 a través de la Unidad de Restitución de Tierras(URT), después de luchar durante cinco años.
Cuando recibió la tierra de la URT no sabía nada de cómo trabajar el campo, pero se propuso aprender, al igual que los demás restituidos de esa zona. Ahora está desarrollando un proyecto productivo en ganadería Doble Propósito (carne y leche), porcicultura, gallinas ponedoras, también tiene sembrado plátano.
“Nos decidimos por la ganadería porque estudios realizados a la tierra de la zona determinaron que eran muy ácidos para los cultivos, por lo que lo más aconsejable era la ganadería. Hoy sabemos sobre Buenas Prácticas Ganaderas, Buenas Prácticas de Ordeño y también sobre inseminación artificial. Y seguimos aprendiendo”, cuenta a En Nuestro Campo, Ana María Hoyos Hoyos, una mujer que no se ha arrugado a las circunstancias que la vida ha puesto en su camino.
Además de liderar su familia, también se ha convertido en la líder de la Asociación Agropecuaria Víctimas del Desplazamiento El Levante (Asolevan), organización que debieron conformar para poder acceder a apoyos estatales. Y la lidera porque nadie, ni siquiera los hombres que hacen parte de la Asociación, quisieron tomar esa responsabilidad. Desde el 2018 que la crearon ha estado al frente de ella, a los dos años, se reestructuró y la volvieron a escoger como presidenta.
Asolevan está conformada por 48 miembros, 20 mujeres y 28 hombres. Entre ellas están las 24 familias restituidas.
Ella ha hecho visible la organización que ha sido tenida en cuenta para participar en proyectos como el del Conpes Lácteo que desarrollaron el año pasado el ministerio de Agricultura y la Alcaldía de Montería y que operó la Universidad de Córdoba.
“La parcela me ha mejorado la condición de vida, sino hubiese sido por Restitución y el proyecto productivo que nos ayudaron a montar estaríamos pasando necesidades”, comenta Hoyos Hoyos.
Además de liderar Asolevan, también es la representante de la Escuela de líderes y lideresas de restitución de tierras en Córdoba.
Sobre el camino que le ha tocado recorrer y cómo enfrentarlo, Ana María Hoyos, en el Día Internacional de la Mujer, le dice a las mujeres colombianas: No nos rindamos. A pesar de las dificultades, de las adversidades que se nos presenten en la vida debemos seguir luchando, no dejemos que nuestros sueños se apaguen, sino que, al contrario, sigamos luchando. Como mujeres, a veces somos discriminadas, pero nada de eso puede apagar nuestra luz, sino que al contrario sigamos luchando, sigamos fortaleciendo a la familia, a la sociedad. Hoy en día el liderazgo de la mujer ha sido resaltado, porque hacemos las cosas bien, las hacemos con amor y tratamos al máximo de dar lo mejor de nosotras.