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Dedicada a Maura Mildreth, mi niña madre

ExSecretario de Cultura de Buenavista. Gestor cultural.

Por Óscar Melendres Garcés
Es infinitamente sublime el paso que da el ser humano del vientre a la vida. Vivenciar ese momento es acercarse un poco a la comprensión del por qué de la majestuosidad del amor de una madre.
Pienso que pocas veces nos detenemos a pensar sobre el papel de la madre en la vida de la sociedad.

Con el paso de los años he llegado a la conclusión de que es tan grande la importancia de ese papel, que Dios escogió a la mujer como único medio para traer a la vida al ser humano. Sin una madre es imposible la vida.

Indudablemente la sociedad va marcando estereotipos y pareciera condicionar, muchas veces, la forma de la mujer tener a los hijos, así mismo pareciera limitar aspectos como el número de hijos a tener, el alimento a suministrar, los preparativos para esperarlos, las actividades sociales que deben realizarse a partir de conocer la noticia del embarazo. El descubrimiento del sexo, el baby shower y demás.
La vida me ha permitido conocer mujeres que alcanzaron a tener 16 y otras hasta 18 partos de manera natural. Lógicamente eran otros tiempos, se vivía al natural y coinciden al afirmar que bastaba con que hubiera cómo elaborar el alimento a base de harina de plátano y leche de vaca. Esas mujeres hoy cuentan, llenas de alegría, que no saben cómo hicieron, pero tienen la dicha de haber levantado a todos sus hijos y tenerlos con vida.

Hace pocos días nació ‘La Distinguida’ Meriel Sofía, mi nieta. Muchos amigos me han dicho que es una niña “arco iris”, porque su nacimiento se da luego de que, de manera inesperada, sufriera el dolor irreparable de haber perdido a mi hija mayor, Marien Melissa.

El nacimiento de la nueva integrante de la familia se dio para sellar la presencia permanente de mi difunta hija en medio de nosotros. Meriel Sofía, nació la misma fecha del natalicio de su tía. Señales de la vida o anuncios de Dios.

Erik Simanca Soler, médico que atendió el parto de mi hija, me invitó a presenciar el nacimiento de Meriel Sofía en la sala de partos.

Tengo que confesar que mi agradecimiento será perenne por permitirme vivir esta experiencia. Es allí, donde se conjugan los sentimientos con los deseos, es allí, donde el corazón se acelera y se llega a comprender las razones de peso que tiene una madre para amar a sus hijos.

La sociedad evoluciona, los conceptos van cambiando, el mundo exige otras preocupaciones, la rutina marca otros derroteros, la mujer ocupa otros roles, las visiones son diferentes, pero prevalecerá por siempre el amor de la madre frente a otros amores. Estará por encima ese vínculo sagrado, designado por Dios, entre la nada y la vida que solo ella puede dar.

Mucho más allá de una fecha creada por las sociedades mercantilistas el ser humano debe reconocer que el valor a la madre se debe cultivar a diario. Bendito sea el ser que tiene la posibilidad de gestar en su vientre a una persona y traerla al mundo.
El nacimiento de Meriel Sofía me enseñó una vez más que solamente en la madre se puede encontrar un amor infinito, sublime, perenne, incondicional, sagrado y sin igual.
Feliz día a todas las madres.

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1 COMENTARIOS

  1. Maravilloso leer esto, te lleva a distintas emociones en un sólo segundo.
    Definitivamente hermoso.

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