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Fotos: JAM – ENC

Por: Oscar Melendres Garcés

El día de mañana, 3 de abril, se conmemoran 35 años de la primera masacre paramilitar de Colombia. Este hecho cobró la vida de 28 personas, según cifras reportadas por medios de comunicación y según los habitantes del corregimiento de Mejor Esquina, municipio de Buenavista, lugar de los hechos. El día de hoy comparto con mis lectores un texto escrito hace 15 años en homenaje a las víctimas, pero también a quienes han decidido forjar una historia diferente a partir de la confianza en la tierra a la que han dedicado sus vidas.

¿Por qué Dios mío?

El eco altisonante de las trompetas manifestaba el fervor y la alegría de la muchedumbre embriagada por la emoción aquella noche de sábado de Gloria. Entre bombos platillos y clarinetes, la gente gozaba y no pareció extraño que hasta el más tímido se animara de pronto y lanzara un “güipipía” y nada era obstáculo para que aquella negra mulata entrada en los veinte sintiera que su corazón henchido necesitaba ser acobijado esa noche por el manto del amor, teniendo como cómplice un fandango que a cada momento era mejor.

El tiempo delicado y juguetón no ha dejado aquella noche rezagada en el olvido y hoy la volvieron a recordar con más fuerza. Esta mañana cuando asistieron al colegio de la población a matricular a sus hijos se encontraron con Esteban Berrío, el nuevo profesor que ha mandado el gobierno. Esteban es hijo del profesor Tomas Berrío. El mismo que durante muchos años fue también profesor en el corregimiento de Mejor Esquina, el mismo que la noche del fandango murió junto a 27 personas más en la masacre más impune de las que han ocurrido en este país.

Hallar a Esteban en la escuela para muchos, fue como encontrar un retrovisor que los obligó a mirar hacia el pasado. Este hecho les hizo rasgar del alma el silencio que decía más que todo cuanto podían decir con palabras. Y ese silencio no es bueno, ese silencio que parece el mismo silencio guardado durante veinte años y que nadie sabe cuándo se va a romper, es el que tal vez ha llevado a que este pueblo siga a la buena de Dios, o más bien como dice Carlos Vives en su canción, ese silencio hace que esta gente siga viviendo en la Tierra del Olvido.

Mejor Esquina es la tierra del olvido para el Estado. Su comunidad, con lo poco que tienen, logran sobrevivir.

Para muchos fue bueno encontrarse ese retrovisor, pues, aunque no se lo hayan propuesto, todos los que estuvieron la noche del fandango recordaron lo sucedido y se les vino encima la impotencia, el dolor… la rabia de no saber por qué ‘Los magníficos’ acabaron con la vida de Tomas Berrío Wilches, Eduardo José Mercado, Cleto Martínez, Marcos Martínez, Benicio Benítez, Donaldo Benítez, Fredy Martínez, Sergio Tomas Berrío, Primitivo Pérez, Justo Ramón Nizperuza, Carlos Márquez Benítez, José Guerra, Óscar Sierra Martínez, Domingo Sáez, Atanasio Sáez, José Manuel Sáez, Jaime Hoyos, José “El Mono” Bertel, Juan Acevedo, Luis Sierra, Rogelio Montañez, Silvio Melendres, William Barragán, Carmen Aviles Barragán y “El Mono” Ensuncho.

Además, recordaron que aquellos 45 minutos habían sido los más intensos de sus vidas, los cuales comenzaron cuando una voz extraña se dejó escuchar “¡Salgan todos, partida de guerrilleros! ¡Salgan hijueputas, con las manos en alto, o los quemamos vivos”! En total eran entre doce y quince uniformados que indiscriminadamente disparaban a lo que se moviera.

…Y los recuerdos seguían fluyendo, las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de la gente y el grito se hacía mudo en la garganta… Una mujer se llevó las manos a la cabeza y con voz entrecortada musitó “A Jaime Hoyos le ordenaron que corriera, el obedeció y por la espalda recibió una descarga de plomo que acabo con su vida”. Justo Ramón Nizperuza intentó escapar y con ráfagas de fusil a la altura del abdomen lo partieron en dos. “Y así fueron acabando con la vida de nuestros hermanos, tíos, primos, sobrinos, hijos, padres, conocidos… aquí no murió ningún delincuente, ni narco, ni guerrillero, ni nada de eso… fue pura sangre humilde…”.

Todo esto fue saliendo, emanando de las mentes de aquellas personas apegadas a esta tierra que desde la masacre ya no volvió a ser la misma. ¿Qué pensaba ahora Esteban?, el hijo del profesor Tomas Berrío, quien fue la primera persona en recibir la descarga mortal de aquella noche, ya que se encontraba parado en la puerta y murió con la convicción de que el que no la debe no la teme. Él no la debía, no la temía, pero lo mataron ante la impotencia de todos.

El andar de la educación en este territorio rural de Buenavista no va al mismo paso del sector en el Municipio ni mucho menos del Departamento y de Colombia.

Esta comunidad no ha recibido ningún tipo de indemnización, ni económica para las familias de las víctimas, ni social para la comunidad. Es más, ni siquiera se han esclarecido los hechos y mucho menos se ha enjuiciado a nadie.

Cada persona que estuvo allí tiene su propia historia y cada una vivió desde un ángulo diferente. En lo que sí todos coinciden es en el reclamo hacia el Estado.

Mejor Esquina parece estar naufragando en el olvido del Estado, aquí la única inversión que se ha recibido es la que ha realizado Buenavista, un municipio de sexta categoría, cuyos gobernantes poco o nada han hecho por mitigar el impacto de un hecho que a todos les ha dolido.

Mejor Esquina hoy siente la falta de un puesto de salud en buenas condiciones, carece de canchas deportivas, igualmente sufre las inclemencias del desempleo, tiene un sistema de acueducto insuficiente, es bajo en su calidad educativa, las vías de acceso necesitan puentes, husillos… Y entonces la voz de una mujer adulta irrumpe en el silencio y como si lo hiciera con las últimas fuerzas que le quedan en el alma pregunta igual que todos ¿Por qué Dios mío? ¿Por qué?

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