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Oscar Melendres Garcés

Poco a poco tomará fuerza el debate electoral que tendrá como objetivo la elección de autoridades locales en todos los municipios y departamentos de Colombia. La ciudadanía acudirá a las urnas el 29 de octubre próximo para escoger alcaldes, gobernadores, concejales y diputados, los cuales llegarán a ejercer sus designaciones por un periodo de cuatro años.

Nos encontramos en estos momentos en la recta final de un periodo administrativo que inició el 1 de enero de 2020 y que irá hasta 31 de diciembre de este 2023. Los actuales gobernantes tuvieron que afrontar dificultades complejas como la presencia de una pandemia que indudablemente cambió el sentido de la humanidad en muchos aspectos; igualmente en su recta final les llega un cambio en el modelo de gobierno nacional, lo cual implica un redireccionamiento en aspectos esenciales como la intervención de las Juntas de Acción Comunal en la ejecutoria de inversiones en Placa Huellas y ollas comunitarias por mencionar solo dos.

Pese a ser un periodo administrativo complejo hay que advertir que muchos hicieron la tarea y colmaron las expectativas de los habitantes de sus territorios. Otros en cambio quedarán en deuda con sus paisanos y muy seguramente quienes se encuentran en este grupo lo verán refrendado con un revés en el debate electoral del próximo 29 de octubre.

Seguramente habrá algunos mandatarios, locales o regionales, que cumplieron con el sector agropecuario, otros seguramente se quedaron a medio camino o unos ni siquiera arrancaron, eso lo sabrán sus electores.

Los indicadores de gestión servirán, quizá, para poder establecer el cumplimiento de las metas planteadas en los Planes de Desarrollo, que según el deber ser debieron formularse con la participación de la ciudadanía. Las comunidades debieron ser protagonistas en la elaboración de ese documento en cada territorio. Es por ello que no existe mejor juez para un gobernante que su propio pueblo. Este tiene la capacidad de aprobar o no la gestión de su alcalde y de sus concejales, así como también la de su gobernador y la de sus diputados.

Pero la aprobación de una gestión se logra no solamente con la realización de grandes obras o con la ejecución de grandes cifras de dinero, sino que debe complementarse con el ejercicio permanente de la interacción entre el gobernante y su pueblo. Debe existir un diálogo fluido y permanente con las comunidades, con organizaciones sociales, con los gremios productivos, con los oferentes de bienes y servicios, con la comunidad educativa.

Como si todo lo dicho fuera poco, el gobernante debe establecer un mecanismo de comunicación efectivo con los gobiernos departamentales y nacionales a fin de atraer la inversión de ellos a los territorios. Los presupuestos municipales, sobre todo en los territorios de sexta categoría se quedan cortos frente a la serie de problemáticas que aquejan a los barrios, veredas y corregimientos. Es imperativo entonces que los gobiernos locales dispongan de la mejor disposición para realizar gestiones efectivas para beneficio de sus gobernados.

Con todos estos elementos de juicio vamos rumbo a la elección de nuevos gobiernos y es la ciudadanía en su infinita sabiduría quien premiará o castigará a los actuales gobiernos. No en vano se dice que los pueblos tienen a los gobernantes que se merecen.

En el tema de infraestructura vial también se encontrarán resultados o no de lo realizado por los mandatarios locales que este año terminan su período de cuatro años.

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