¿Asociarme o no?
Redacción. A la hora de formar empresa o emprendimientos son varias las cosas que incentivan esa creación, sin embargo, hay temas que se quedan sin conversar y definir en el proyecto por la emoción de lo que se ve a futuro. Desde Relaciones Públicas de Performia plantean situaciones que es bueno que tengan en cuenta quienes están en esa idea de creación empresarial.
A continuación, el texto de Performia Colombia, filial de la empresa sueca Performia Internacional.
En el origen de la mayoría de las sociedades está como base la afinidad. Y esa es la base que condena a la mayoría de ellas.
Después de 15 años de haber asesorado personalmente a más de 400 empresas, he podido observar que sus problemas vienen en gran parte de la diferencia en la productividad de los mismos socios.
Las sociedades se fundamentan en la afinidad. En la sensación de agrado o simpatía por alguien que ha sido nuestro compañero de estudio o amigo de la infancia. Pero esa es una base tan firme para una sociedad como las arenas movedizas para construir una casa. La cantidad de afinidad, amistad o cariño por el otro puede ser similar entre los socios, mientras que la diferencia en productividad es abismal entre ellos. Eso se va a ver solo al momento de hacer que las cosas funcionen.
En el caso de las sociedades de dos personas, estadísticamente en la mayoría de los casos, uno va a generar el 80% de los resultados y el otro el 20% restante. En el caso de más socios las diferencias son muy variadas. Lo dicho anteriormente no es una ley, hay excepciones, pero la observación dice que sucede en la mayoría de los casos. Esto está sustentado por el hecho fehaciente de que solo el 20% de la población en general es altamente productiva. Así que la probabilidad de una igualdad en la productividad entre dos amigos es muy baja.
Mientras la empresa no genere utilidades, la sociedad funciona. En el momento en que hay una utilidad para repartir, al más productivo, que genera la mayoría de los resultados, le parece injusto ganar solo la mitad. Y al menos productivo, el que vive de la productividad y los resultados del otro, le parece injusto ganar menos de la mitad, siendo socio y dueño del 50% de la empresa.
¡Y este conflicto no lo soluciona nadie! Aquí nace un problema sin solución que lleva a la empresa a una separación forzosa de sus bienes y a una situación que muchas veces acaba con ella. O por lo menos con la sociedad.
La solución está en los resultados
Lo que hace que una sociedad prospere son definitivamente los resultados por parte de todos los socios. Antes de asociarte deberías ser un experto en definir, distinguir, diferenciar y exigir resultados.
Al igual que en el matrimonio, uno debería pasar por una experiencia difícil y compleja antes de tomar la decisión de asociarse. Es en la dificultad donde uno conoce a los buenos socios, no en la manera de soñar ni en la creatividad siquiera. En la comodidad y en la abundancia cualquiera es buen socio.
Hay personas muy buenas para crear ideas, pero a la vez muy malas para materializarlas. También hay personas que tienen mucho talento, pero sin la capacidad de aprovecharlo. El verdadero talento en la vida, y sobre todo al momento de hacer empresa, está en la capacidad de obtener resultados, en la tenacidad y en la perseverancia, aunque estas características a menudo no se consideren como talentos. Jennifer López (JLo) dice que no sabe cantar tan bien como su hermana, quien realmente tiene el talento. Pero que ella nunca quiso pagar el precio del éxito y la fama con el trabajo y la constancia necesaria.
La decisión de asociarte con alguien debería estar basada en la productividad de cada uno de los socios y en tu habilidad de evaluar a las personas por sus resultados, más que por la afinidad que tienes hacia ellas. La personalidad es importante, los valores, la ética, la honestidad y la integridad, pero nada de eso compensa a los resultados. Sin resultados nada de eso te asegura la supervivencia. Para asociarte, ya sea que te vayas a casar, vayas a contratar un empleado o a conformar una empresa con un socio, es definitivamente mejor una persona productiva con problemas de personalidad, que una personalidad encantadora con problemas de productividad.
Acuerdos de tipo “arranquemos y después nos ponemos de acuerdo” suelen ser bastante peligrosos. Las condiciones de la sociedad deberían basarse en el aporte personal de cada socio a los resultados de la misma.
Las posibilidades son variadas, pero es mucho mejor un salario alto, basado en resultados, con estadísticas bien definidas, que una utilidad igualitaria para todos los socios, basada en la participación accionaria.