Compártelo en redes

Redacción. Según el más reciente informe Situación Colombia de BBVA Research, la economía nacional en 2025 estará fuertemente influenciada por el entorno internacional, además de enfrentar desafíos internos como la inflación, las tasas de interés y la volatilidad cambiaria. En este contexto, se proyecta un crecimiento del PIB del 2,5 % en 2025 y del 2,9 % en 2026.

“Las tensiones comerciales desde Estados Unidos han generado ajustes en las cadenas de suministro y han aumentado la incertidumbre en los mercados globales. Hasta el momento, el comercio colombiano no ha experimentado un impacto por estas disputas, pero las condiciones externas sí pueden afectar la demanda de exportaciones en algunos sectores clave”, asegura Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research.

Pero esta no será la única variable externa que tendrá impacto, también se debe tener en cuenta que la volatilidad en los precios de las materias primas sigue representando un factor de riesgo especialmente por su impacto en los ingresos por exportaciones. “En este contexto, las perspectivas para 2025 dependerán de la capacidad del país para enfrentar un entorno global aún incierto y fortalecer su crecimiento interno, impulsando sectores estratégicos y manteniendo la estabilidad en sus cuentas fiscales y externas”, cita el informe.

Con este panorama, la economía colombiana se encamina hacia un crecimiento del 2,5 % en 2025, con una expectativa de aceleración hasta el 2,9% en 2026. “El consumo privado, creciendo 3,2% en 2025 y 2,8% en 2026, continuará siendo el principal motor de la actividad económica, impulsado por la reducción de la inflación, la mejora del ingreso real de los hogares y condiciones crediticias más favorables. Sin embargo, su recuperación no será homogénea, con un mayor dinamismo en los bienes duraderos y semiduraderos en 2025, mientras que los servicios también ganarán tracción, respaldados por mejores resultados en sectores clave”, explicó Mauricio Hernández, economista de BBVA Research para Colombia.

En 2024, el sector de servicios atravesó una desaceleración cíclica y registró una menor actividad en comparación con periodos anteriores. No obstante, los indicadores más recientes muestran una recuperación progresiva, con un repunte destacado en hoteles y restaurantes, lo que anticipa una mayor contribución del sector a la economía en 2025.

Además, tal como lo asegura Hernández, “el crecimiento del empleo y el aumento de la capacidad de compra en 2025 y 2026, no solo por el mejor ingreso sino también por la reducción de la inflación y las tasas de interés, permitirán que el gasto en servicios retome un mayor dinamismo, especialmente en actividades recreativas, transporte y esparcimiento”.

Siguiendo con el tema del consumo, según los economistas se espera un nuevo ciclo de compra y renovación en los hogares, impulsando el gasto en vestuario, electrodomésticos, tecnología y vehículos. “Este repunte también estará respaldado por tasas de interés más bajas, que facilitarán el acceso a financiamiento para la adquisición de estos bienes, estimulando una recuperación más pronunciada en este segmento del consumo. En cuanto a los bienes no duraderos, su consumo, aunque menos volátil, también mostrará una aceleración progresiva”, comentó Juana Téllez, economista jefe para Colombia de BBVA Research.

Si bien el consumo seguirá siendo el principal motor del crecimiento debido a su elevado peso en el PIB, será la inversión la que impulse la aceleración de la actividad económica en 2025 y 2026. “Este componente, que ha sido el más deprimido en los últimos años, tendrá la recuperación más notoria, consolidándose como el eje clave de la expansión económica en el mediano plazo. Para 2025, se espera que la inversión fija crezca un 5,1 %, con una aceleración hasta 6,0 % en 2026, reflejando el impulso de distintos sectores”, dijo Téllez.

Inflación, tasas y dólar: los retos internos

BBVA Research espera que la inflación cierre en 4,4% en 2025 y descienda a 3,7% en 2026. Si bien esto representa una mejora respecto a los niveles elevados de años anteriores, el proceso de caída de este indicador será lento debido a varios factores estructurales. “Entre ellos, la persistencia en la inflación de arriendos, la fortaleza del consumo de servicios y la indexación de precios de algunos bienes y servicios al salario mínimo y la inflación pasada. Además, se proyectan nuevas presiones sobre las tarifas de gas y los precios del diésel en 2025 y 2026, lo que mantendrá costos elevados en algunos sectores”, dice Hernández.

Bajo este contexto, el Banco de la República mantendrá su estrategia de reducción gradual en las tasas de interés, con una proyección de 7,75% para finales de 2025 y una posible estabilización en 7,25% en 2026. Para Alejandro Reyes, “estos recortes han permitido mejorar las condiciones de financiamiento para hogares y empresas, impulsando tanto el consumo como la inversión productiva. No obstante, la autoridad monetaria mantiene una postura cautelosa, evitando reducciones más agresivas que pudieran generar nuevas presiones inflacionarias o desviar las expectativas de inflación”.

Para los economistas, el reto está en el balance entre la necesidad de apoyar la recuperación económica y el riesgo de una inflación aún elevada en algunos rubros, lo que ha llevado al Emisor a adoptar un enfoque de ajuste gradual.

En cuanto a la tasa de cambio, esta reflejará los movimientos en el entorno externo y fiscal, así como la dinámica de los flujos de capital. Se proyecta que el tipo de cambio al cierre de 2025 se ubique en 4.350 pesos por dólar, con una leve apreciación hacia 4.230 pesos en 2026.

“Esta trayectoria estará influenciada por la evolución de las tasas de interés en economías avanzadas, la confianza de los inversionistas en la estabilidad macroeconómica del país y la evolución de las cuentas fiscales”, dice Reyes.

Si bien el peso colombiano ha mostrado resiliencia reciente en comparación con otras monedas emergentes, la volatilidad en los mercados internacionales, los cambios en los flujos de capital y la evolución de la demanda por activos en mercados emergentes seguirán representando desafíos.

¿Qué se puede esperar en 2026?

Para 2026, se espera una moderación en el crecimiento del consumo privado, principalmente debido a la desaceleración en la demanda de bienes duraderos y semiduraderos, que en 2025 habrán experimentado un repunte significativo. El gasto en estos bienes no tendrá el mismo impulso que en el año anterior, ya que gran parte de la reposición y la compra de bienes de alto valor ya se habrá materializado.

No obstante, el consumo privado se mantendrá en niveles elevados, representando un 76% del PIB, una participación superior a la reportada en la década pasada, cuando promediaba el 69%. Además, el consumo de bienes no duraderos, como alimentos, y el de servicios seguirán teniendo una buena dinámica.

Para BBVA Research, a esto se suman las mejores condiciones macroeconómicas del país, con una inflación en descenso y una política monetaria más flexible, lo que facilitará la expansión de la inversión tanto en maquinaria y equipo como en construcción y obras civiles.

¿Y el largo plazo?

A pesar de la recuperación proyectada para 2025 y 2026, el crecimiento potencial de la economía colombiana sigue siendo bajo, situándose por debajo del 3%, en contraste con el 4% de décadas pasadas. Esto se debe a factores estructurales como el agotamiento del impulso demográfico, la disminución de la natalidad y la menor expansión de la fuerza laboral, lo que hace que la inversión y la productividad sean claves para el crecimiento futuro.

Sin embargo, la inversión se ha visto afectada por altas tasas de interés, restricciones fiscales y un bajo nivel de ahorro interno, lo que dificulta el financiamiento sin depender del capital externo.

Además, las brechas en educación y la alta informalidad laboral han limitado el desarrollo del capital humano y la mejora en productividad. Aunque la cobertura educativa ha aumentado, persisten desafíos en calidad, infraestructura y pertinencia, afectando la capacidad de la fuerza laboral para adaptarse a las nuevas demandas del mercado.

Para impulsar un crecimiento sostenible, Colombia debe mejorar el financiamiento de la inversión productiva, fortalecer la educación, reducir la informalidad y optimizar el gasto público, de modo que la economía pueda basarse en el aumento de la productividad y no solo en la expansión laboral o el consumo. Sin estos cambios, el país enfrentará un crecimiento moderado en el mediano plazo.

41 Views

Compártelo en redes

¿Cuál es tu reacción?

Emocionado
0
Feliz
0
Me gusta
0
No estoy seguro
0
Ridículo
0

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR

Comments are closed.

Más en:Economía