Accidentes laborales se reducen en un 40 % con modelo de gestión del riesgo aplicado en Colombia
Redacción. En un contexto donde la sostenibilidad empresarial y la gestión del riesgo se han consolidado como prioridades globales, la necesidad de modelos integrales de prevención y respuesta cobra especial importancia en esta industria. Según el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS), durante el primer trimestre de 2024 se reportaron más de 136.000 accidentes laborales en el país, una cifra que evidencia la urgencia de reforzar no solo los protocolos existentes, sino también las capacidades reales de prevención y reacción ante emergencias.
Uno de los hallazgos más críticos del informe del Consejo Colombiano de Seguridad es la alta mortalidad en sectores de riesgo. Explotación de minas y canteras lidera con 27,51 muertes por cada 100.000 trabajadores, seguido por distribución y tratamiento de agua con 3,42, y el sector de hidrocarburos, con una tasa de 1,4, reflejando su alta exposición por el manejo de materiales inflamables y condiciones operativas extremas. Este panorama exige acciones urgentes en prevención y respuesta efectiva.
“Los datos son un llamado urgente a repensar cómo se está gestionando el riesgo en Colombia. No basta con tener protocolos en papel: se requiere capacidad técnica en terreno, entrenamiento real y modelos de intervención que se adapten a los sectores de mayor exposición y a las regiones más vulnerables”, señaló Carolina López Pérez, gerente técnica a nivel Latinoamérica de SACS.
Frente a este panorama, SACS Group ha implementado un modelo basado en una cadena de valor del riesgo, estructurada en tres fases: planeación estratégica, preparación técnica de los equipos y respuesta operativa en campo. Esta metodología permite anticipar riesgos, fortalecer competencias en sectores críticos y responder con eficacia ante situaciones complejas, reduciendo así el impacto en vidas humanas y operaciones industriales.
“Gracias a la implementación de este modelo, hemos logrado fortalecer la
percepción y atención del riesgo en el sector industrial, como minería, hidrocarburos y manufactura. Este resultado no solo representa un avance en la protección de la vida, sino que también se traduce en una mayor continuidad operativa, menor rotación de personal y un impacto positivo en la cultura organizacional de seguridad”, agregó Carolina López Pérez, gerente técnica a nivel Latinoamérica de SACS.
Durante 2024, SACS Group fortaleció su presencia en 13 departamentos y 25
municipios de Colombia, y amplió sus operaciones a Perú, Ecuador y Chile. Su
capacidad operativa incluye 255 respondedores activos, la mayor flota privada del país para atención de emergencias, y siete proyectos permanentes en el área de Healthcare (Servicios de respuesta foco salud), con especial foco en zonas remotas e industrias de alto riesgo.
Entre las acciones implementadas se destacan simulacros especializados que
llegan hasta un nivel de crisis y continuidad de negocio en el sector industrial
principalmente OIL&GAS y Minero, programas de formación técnica en seguridad de procesos con estándares internacionales avalados por TEEX – Texas A& M University, y el desarrollo de protocolos de intervención adaptados a entornos con sustancias químicas peligrosas.
Todo ello orientado a intervenir el riesgo desde la planeación del proceso productivo hasta la atención de emergencias in situ. “No estamos solo formando brigadas o entregando manuales. Lo que hacemos es construir capacidades reales en sectores críticos, en alianza con compañías del
sector energético, extractivo e industrial. Cada intervención es una oportunidad de cerrar brechas y proteger vidas en los lugares donde más se necesita”, reafirmó el vocero.
La evidencia es clara: las tasas de mortalidad y accidentalidad laboral siguen siendo un reto estructural en Colombia, especialmente en los sectores más expuestos y en territorios con limitada infraestructura. En este escenario, fortalecer las capacidades locales, invertir en formación especializada y adaptar los modelos de gestión de riesgo a las realidades del país no es solo una necesidad técnica, sino también un compromiso ético con la vida y la sostenibilidad de las organizaciones.