Queso costeño sigue a la baja, y también el litro de leche al productor
Montería, Córdoba. Desde agosto de 2022 los precios del queso costeño empezaron a subir vertiginosamente pasando de 7 mil pesos la libra hasta llegar a los 14 mil pesos volviendo imposible que muchos hogares, que tenían en este producto su salvación para el consumo de proteína, pudieran comprarlo.
Hoy, once meses después los precios vuelven a estar en las posibilidades de compra del bolsillo de la gran mayoría de los hogares colombianos.
Su baja comenzó desde la última semana de abril, según expresan fabricantes de queso y comercializadores de este producto en Córdoba. Fue una baja paulatina. Por ejemplo, a quienes lo fabrican y venden a las plazas de mercado, la baja se fue dando de 22 mil pesos el kilo se pasó a 18, luego a 16, después a 14 y finalmente la semana pasada lo vendieron a 12 mil pesos.
En las plazas de mercado, como el caso del Mercado del Sur en Montería la baja se fue reflejando en el precio al consumidor, sin embargo, en las tiendas de barrio esa reducción no se ha dado en la misma proporción porque hasta este lunes se vendía una libra de queso a $11.500, cuando en el Mercado se está consiguiendo entre los $7.500 y los $8.000. Y ni qué decir de los precios de los almacenes de cadena, donde los quesos pasteurizados siguen altos.
“El precio del queso industrial en Córdoba y Sucre está entre 9.500 y 10 mil pesos el kilo, es decir, más bajo que el queso fresco. El queso industrial es el que usan las panaderías”, afirma Santos González González, representante legal de la Asociación de Queseros de Córdoba y también de la Asociación Maquilac Queseros de Colombia.
El precio del queso costeño permite hoy a las familias del Caribe, en especial a las de Córdoba y Sucre, volver a incluir dentro de su menú el mote de queso, aunque hay que decir que todavía otros ingredientes necesarios para su elaboración como el ñame, el coco, la cebolla y el ajo siguen con precios altos.

El consumo de queso costeño se había frenado por el alto precio, ahora tiene un costo más asequible y su demanda es más continua en los lugares donde lo comercializan.
Por qué se dio la reducción del precio
Mientras los consumidores celebramos que el precio del queso haya bajado, los productores de leche viven su calvario por el precio que reciben por cada litro que venden. Hasta principios de año llegaron a recibir hasta $2.500, hoy les pagan $1.500 por litro.
El bajón obedece a que hay más leche en el mercado, no solo porque las lluvias traen consigo mayor producción de esta sino también porque al país entró más leche pulverizada. Como lo expresa González González, desde el interior están inundando de leche a la Costa para crear crisis.
La reducción del precio del queso no solo se dio en Córdoba y Sucre sino también en todo el país, así lo registró el Dane a través del Sipsa en el boletín de la última semana de junio, del 24 al 30, cuando reportó que “se redujeron los precios del queso costeño en diecisiete de los veinticuatro mercados en los que se negoció. Según los comerciantes mayoristas, hubo una mayor disponibilidad de leche en Chinú, Sahagún (Córdoba), Corozal, San Marcos, Sucre, Tolú, Majagual (Sucre) y Valledupar (Cesar). En Santa Marta y Mercado Nuevo en Valledupar, por ejemplo, el descenso superó el 8,00%, ofreciéndose el kilo a $13.750 y a $15.333, respectivamente”.
Crisis lechera en todo el país
Cuando el Gobierno Nacional actualizó el precio base de los sólidos para pagarle el litro de leche al productor, desde la industria se expresó que ese 26% era muy fuerte para seguir comprando y hacer la transformación. Sin embargo, cuatro meses después es otro el panorama en el precio que recibe el productor a nivel nacional.
A esta situación también hay que agregar que el consumo de leche y productos lácteos bajó, debido precisamente a los altos precios que tuvieron en 2022 y principios de este.
Una alternativa que plantea el fabricante de queso en Córdoba, Santos González, para el caso del departamento, es que se monté una planta pulverizadora de leche que quede en manos de los pequeños productores para que cuando haya excedentes se puedan pulverizar y utilizar en los programas de alimentación estatal.
“La planta ayudaría en ambos extremos de la cadena, al productor a mitigar la crisis de que no tiene a quién venderle la leche y al consumidor que no tenga que comprar una leche tan costosa”, anota González González.