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Foto: Grupo Aéreo del Amazonas

Redacción. Colombia está a punto de perder su río más importante, el más caudaloso y extenso del mundo, hogar de miles de especies de peces y sustento de comunidades indígenas como los cocamas, tikunas y yaguas. La Universidad Nacional de Colombia (Unal) lanza un llamado a los entes gubernamentales para que se tomen en serio el problema, pues hoy solo queda el 19,5 % del flujo de agua en los dos principales canales que conectan el río Amazonas en nuestro territorio, eso durante invierno, porque en verano es todavía más bajo. Hace 33 años ese flujo era del 30 %.

“La solución estaría en crear espolones –grandes estructuras de roca o tierra en el fondo del cauce– y limpiar los sedimentos acumulados para que el agua pueda circular nuevamente sin ningún problema”, afirma el profesor Santiago Duque, de la Unal sede Amazonia, quien lleva más de 35 años monitoreando el río Amazonas y cada uno de sus afluentes, especialmente en Leticia y su frontera con Perú, trabajo adelantado con la Universidad.

En 1993, un estudio del Laboratorio de Estudios Hidráulicos de la Unal sede Bogotá ya había determinado que el mayor flujo de agua del río se concentraba en la frontera colombo-peruana, en donde ese país cuenta con un único canal que captaba cerca del 70 % del caudal. En contraste, el lado colombiano —conectado a través de dos canales desde las islas de Ronda y Rondiña, en la “Chinería”— recibía apenas el 30 % del flujo.

Desde entonces ya se sabía que el caudal seguiría disminuyendo y que era urgente tomar medidas, pero las advertencias fueron ignoradas. Años después, en 2006, la profesora Lilian Posada, de la Unal sede Medellín, lideró un nuevo intento por revertir el problema: un proyecto con recomendaciones técnicas y el diseño de espolones sumergidos para recuperar el río Amazonas. Sin embargo, tampoco se avanzó, pues, como ella misma lo señala, “no hubo voluntad política para ejecutarlo: el país le ha dado la espalda a los ríos, aunque Colombia es un país de ríos y anfibio por la importancia del agua”.

Hoy se desconoce cuántas islas han surgido por la sedimentación en las riberas del río Amazonas en Colombia, un fenómeno natural originado por la erosión de las montañas andinas que drenan hacia su cuenca. Aunque es el propio río el que “decide” cómo depurar este material, el proceso se ha acelerado por actividades como la deforestación, la minería y la ganadería, que no solo afectan profundamente la Amazonia, sino que además alteran la dinámica del río, dando lugar en poco tiempo a islas de sedimento cada vez más grandes y numerosas.

“La solución era mover el muelle de Leticia para que quedara en las aguas de ese momento y no en medio de los sedimentos, pero se anticipó que si no se hacían todas las obras complementarias el muelle volvería a quedar enterrado”, señala la experta Posada.

Agrega que, “el río Amazonas tiene muchos brazos y se separa por islas que se mueven rápidamente, por ello propusimos un dragado entre las islas de Rondiña y Ronda para que el flujo del estrecho de Nazareth tomara más fuerza hacia el lado colombiano y fuera capaz de contrarrestar el problema”.

El estrecho de Nazareth es una sección del río Amazonas que conecta a Colombia con Perú, donde el flujo se concentra en un único canal con alta capacidad para transportar sedimentos. Por eso en 2006 el proyecto liderado por la profesora Posada propuso y diseñó espolones sumergidos para instalarlos en el canal peruano. La intervención no afectaba la navegación ni implicaba pérdida de tierra o agua para Perú, sino que buscaba evitar que el lado colombiano siguiera perdiendo fuerza y caudal; sin embargo, la propuesta no se concretó.

El problema hoy

Este año el profesor Juan Gabriel León, de la Unal sede Palmira, realizó una medición del caudal del río Amazonas en el estrecho de Nazareth, donde el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) tiene una estación hidrométrica que registra el comportamiento del río en esa zona de encauzamiento. Para ello utilizó un perfilador acústico de efecto Doppler, un instrumento que emplea ondas sonoras para medir la velocidad y dirección de las corrientes de agua.

El trabajo de campo del 25 de junio permitió medir el río en su máximo nivel, momento idóneo para que el análisis se realizara adecuadamente, pues cuando desborda en zonas inundadas es difícil tomar la medida.

El análisis mostró que el flujo de agua era del 19,5 % en los brazos colombianos, con profundidades muy bajas, que no superan los 5 o 6 metros y que en un primer momento eran de 35 m en el estrecho de Nazareth, pero cuando la corriente el flujo se desvía hacia Perú, dejan el lado colombiano con poca fuerza y concentración de sedimentos.

El río Amazonas es el más extenso y caudaloso del mundo. Foto: Angélica María Torres, investigadora.

Un golpe para la biodiversidad y la vida en territorio

En las islas y zonas inundadas cada año por el río habitan comunidades indígenas como los cocamas, quienes fueron desplazados de Perú a principios del siglo XX durante la violencia asociada con el auge cauchero. Arrastrados hacia las riberas del río, y los tikuna que hoy dependen de actividades como la pesca y su cultura está profundamente ligada al agua y su movimiento. Por eso la pérdida de caudal no solo transforma el paisaje, sino que también amenaza sus formas de vida, una situación que requiere soluciones construidas con la comunidad para no poner en riesgo su hogar.

Según el profesor Duque, otro punto neurálgico de este problema son los lagos y humedales de Yahuarcaca, un sistema compuesto por 21 cuerpos de agua que se alimentan en un 80 % del caudal del río Amazonas. En esta zona habitan 7 comunidades indígenas —más de 3.000 personas— y se han registrado más de 455 especies de peces como el pirarucú, el pez zorro, el matacaimán o la cucha negra. Solo en la Guía ilustrada: Los peces de los lagos, la quebrada y los bosques inundables de Yahuarcaca se describen 58 especies de consumo y pesca frecuente para los pobladores.

“El consumo de pescado en las comunidades de Yahuarcaca llega a 20 kilos al mes por persona. La oferta de proteína la brindan los lagos, el río y la dinámica del agua, es todo un sistema que cambia cuando el río se aleja, perdiendo la capacidad productiva del territorio. Y esto no solo ocurre en el Amazonas, también en el Cauca o el Magdalena”, advierte el profesor Duque.

Antes de que sea demasiado tarde

“Hoy sigue siendo viable construir un tipo de espolón en la parte alta de la isla de Ronda para desviar parte del flujo del río Amazonas, justo al frente del estrecho de Nazareth. Sin embargo, habría que rehacer el proyecto para analizar hacia dónde se está desplazando el sedimento. Además, se requiere un dragado que remueva el material acumulado en esa zona y permita el paso del agua. Septiembre es un mes ideal para hacerlo, pues el caudal está en su punto más bajo”, explica la profesora Posada.

El profesor León complementa: “nunca será tarde para actuar, pero cuanto más tiempo pase más compleja será la intervención, porque se necesitará mayor inversión para remover toneladas adicionales de sedimento. La situación es crítica: en épocas de aguas bajas ya no entra agua por el lado de Leticia, y eso es muy grave para el país”.

A esta advertencia se suma la del profesor Duque, quien recuerda que existen datos desde 1934 que registraban solo dos islas —Ronda y Rondiña—. Recientemente la Armada Nacional realizó una modelación del caudal que predice un panorama inquietante: para 2030 el río Amazonas ya no pasaría por Colombia, específicamente por Leticia, y solo llegaría a los canales colombianos en épocas de inundación. “Con el hallazgo de la Unal este año, ese escenario se podría anticipar”, menciona.

Por si fuera poco, el Instituto Nacional de Vías acaba de contratar los estudios para ampliar el malecón de Leticia con el objetivo de recuperar la vista panorámica y el turismo. Sin embargo, la obra enfrentará un obstáculo mayúsculo: un río que ya no fluye con regularidad, y que solo se asoma durante algunas temporadas del año.

“En Colombia cuando se interviene un río la única solución planteada es hacer muros. Ya pasó en Puerto Nariño, en donde destruyeron el muelle, y lo mismo ocurre en Putumayo. Estos escenarios no son efectivos: son el reflejo de que el país no ha querido entender lo que pasa con los ríos”, concluye el profesor Duque.

La situación es alarmante y todavía no se ha asumido con la seriedad que merece. El llamado de los expertos es claro: mientras Colombia siga mirando para otro lado, el río Amazonas continuará desplazándose hacia Perú sin ningún impedimento. ¡El momento para actuar es ahora!

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