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Montería, Córdoba. El cultivo de coco en Córdoba se ha convertido en una oportunidad concreta para los inversionistas interesados en diversificar su portafolio agrícola. El departamento se consolidó en 2024 como el principal productor del país, con 38.419 toneladas en 4.293 hectáreas cultivadas, lo que equivale al 32,3 % de la producción nacional, según datos de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra). Con un rendimiento de 7,8 toneladas por hectárea, superior al promedio nacional, Córdoba se proyecta como un referente para el crecimiento del sector.

Este liderazgo ha sido posible gracias a la renovación de cultivos y a la tecnificación agrícola, que han permitido mejorar la productividad en un contexto de disminución de la producción nacional. Córdoba, por tanto, no solo lidera en volumen, sino que se convierte en ejemplo de modernización y resiliencia para el sector agroindustrial.

Ubicado estratégicamente en el Caribe colombiano, Córdoba combina su cercanía a puertos como Cartagena y Santa Marta, acceso a mercados internacionales, tradición agrícola y condiciones climáticas favorables. Estos atributos, junto con la disponibilidad de tierras y la capacidad de innovación de sus productores, ofrecen ventajas competitivas para nuevos proyectos de inversión.

“El coco es otro de los frutos de la amplia canasta frutal de Colombia que demuestra su vocación exportadora. Desde Córdoba estamos viendo cómo este cultivo no solo crece en volumen y productividad, sino que también abre nuevas oportunidades en mercados internacionales, gracias a su versatilidad y alto valor agregado”, afirmó Carmen Caballero Villa, presidenta de ProColombia.

El coco, conocido mundialmente como el “árbol de la vida”, es uno de los cultivos tropicales más dinámicos del comercio agroalimentario global. De acuerdo con estudios internacionales de mercado, el sector de derivados del coco alcanzará los USD 7.980 millones en 2029, con un crecimiento anual cercano al 10 %, impulsado por la demanda en alimentos saludables, cosmética natural, bioenergía y materiales sostenibles. En el mercado global, los derivados como el hilo de coco, el aceite y el agua embotellada superan ampliamente a la fruta fresca y seca, consolidándose como la verdadera oportunidad de valor agregado en esta cadena.

Más allá del fruto fresco, el coco abre un abanico de posibilidades de transformación industrial: agua, leche, harina y aceite de coco en el sector de alimentos; formulaciones cosméticas y farmacéuticas naturales de alto valor agregado, que responden a tendencias globales de consumo responsable; biomasa y bioenergía en el campo energético; y soluciones innovadoras en la industria como empaques biodegradables, pallets a base de cáscara y fibrocemento con fibras naturales. Estas aplicaciones evidencian cómo Córdoba puede convertirse en un polo de sofisticación y sostenibilidad en la cadena global del coco.

La producción se concentra en municipios costaneros como Moñitos, Puerto Escondido y San Bernardo del Viento, que aportan más del 80 % del total departamental y alcanzan rendimientos que superan las 15 toneladas por hectárea en algunas zonas. Municipios como Ciénaga de Oro y Pueblo Nuevo alcanzan hasta 13 t/ha, niveles que compiten con estándares internacionales. Estas cifras confirman que Córdoba no solo es líder nacional en coco, sino también un territorio con ventajas competitivas en materia de inversión agrícola.

Los inversionistas interesados en este sector cuentan con el acompañamiento de ProColombia y ProMontería, que facilita información estratégica, conexiones institucionales y apoyo durante todo el proceso de análisis y toma de decisiones.

Combinado con ganadería

Desde el 2022 en el departamento, 35 ganaderos empezaron a combinar su actividad pecuaria con la agricultura, específicamente con la siembra de coco. De allí nació la simbiosis entre las dos actividades.

Para hacer las cosas de manera planificada nació la Corporación de Cocoteros de Colombia (Corpococo). Experiencias positivas en el exterior llevaron a que se iniciara la siembra de 350 hectáreas con riego con la variedad Alto Panamá, las cuales ya suman 870 hectáreas, de las que las primeras producciones deben estar dándose en dos años.

En la organización cada paso está planeado porque sembrarán coco para transformarlo. La proyección es buscar los recursos para montar la planta para la transformación, transformación para cada una de las partes del coco.

Por ejemplo, de la concha se puede aprovechar la fibra larga (para colchones y carros de alta gama), la fibra corta se utiliza como sustrato.

El cuesco, la parte dura del coco, o hueso después de sacar la parte blanca se ioniza para sacar filtros.

Y la carne, o pulpa, de ella se aprovecha el aceite extravirgen y de allí sobra una parte que también, después de un proceso, se puede aprovechar para concentrados de aves. En resumen, al coco no se le pierde nada, todo se puede aprovechar, eso sí, transformándolo.


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