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ExSecretario de Cultura de Buenavista. Gestor cultural.

Por Óscar Melendres Garcés.
Mientras las festividades de la época navideña eran la preocupación de la gran mayoría de la humanidad, había un rinconcito de Buenavista Córdoba en el que sus habitantes pensaban en la siembra y cosecha de maíz. Actividades que las familias de estas comunidades han preservado de generación en generación.

Las Ciénagas de Las Marías y de Los Zambos anualmente prestan sus suelos en la época de verano para que las familias que habitan estos sectores realicen sus faenas en procura de generar producciones que les permitan mejorar la dinámica económica y fortalecer el autoconsumo.

Son grandes extensiones de tierra que se aprovechan para la siembra de maíz. El producto de este ejercicio es convertido en silo o lo comercializan en mercados de otros departamentos. Para el presente año se han sembrado tierras en una cantidad superior a cincuenta hectáreas, lo cual hace pensar que a partir del 15 de marzo habrá una excelente producción del grano en estas comunidades.

Es tan fuerte el arraigo de esta práctica que alrededor de ella se celebra anualmente el Festival del Maíz. Una fiesta tradicional que reúne a todos los pequeños productores y convoca a habitantes de distintas comunidades e incluso de la zona urbana.

El Festival del Maíz es una celebración en la que se realizan muestras gastronómicas en la que participan los mejores exponentes de productos derivados de este producto agrícola. Arepas, empanadas, chicha, mazorcas, asadas, mazorcas cocidas y otras delicias que se pueden degustar en medio de un ambiente festivo que une a propios y visitantes.

Algo verdaderamente importante es el grado de unidad que se ha logrado alcanzar entre las familias productoras de maíz de estas comunidades. Se dividen la tierra de manera autónoma y se respetan los espacios sin necesidad de intervención de autoridad alguna. Se vigilan y se cuidan los cultivos entre sí, pero por sobre todo, se respetan los espacios de cada quien.

Esta práctica es valorada por parte de quienes la ejercen y le agradecen a Dios y a la madre tierra por ceder estos espacios que dinamizan la economía, pero que, por sobre todo, les permite fortalecer la integración y el respeto entre los habitantes de la región.

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