Compártelo en redes

Fotos: Unal

Bogotá. Cada año el planeta produce más de 400 millones de toneladas de plástico, la mitad las cuales se usa una sola vez y menos del 10 % se recicla. Entre los materiales más problemáticos está el icopor, que puede persistir por siglos en los ecosistemas. Frente a este panorama surge una solución viva, pequeña y voraz: las larvas del gusano de la harina y del gusano rey, capaces de descomponer naturalmente dicho material sin alterar su desarrollo ni su supervivencia, y que además se pueden transformar en alimento para peces, cerrando así un ciclo biológico de aprovechamiento sostenible.

El zootecnista Miguel Fernando Bonilla Amaya, magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), creció con curiosidad por los insectos, y años después convirtió esa pasión en objeto de estudio. Desde hace varios años se dedica a la cría de especies como fuente alternativa de proteína animal y reciclaje biológico, una práctica con la que, por casualidad, descubrió una capacidad insólita en estos bichos.

Mientras alimentaba sus colonias de cría, una bolsa de icopor cayó accidentalmente en una de las cajas, y al día siguiente notó que estaba perforada y parcialmente consumida por las larvas.

“Fue una coincidencia. Al revisar las publicaciones científicas sobre el tema encontré reportes acerca de que el gusano de la harina y el gusano rey son capaces de consumir y degradar plásticos. Así supe que los insectos pueden consumir hasta 18 tipos de plástico, pero en el mundo solo se han estudiado el 3 % de ellos, un dato que muestra el enorme potencial que tienen para dar respuesta a los crecientes desafíos ambientales”, relata el investigador.

Este hecho casual se convirtió en el punto de partida de su estudio –sustentado en más de 300 publicaciones científicas–, mediante el cual comprobó la capacidad real de estas larvas para consumir y degradar icopor. El hallazgo es todavía más importante considerando que, según el Foro Económico Mundial, desde 1950 la humanidad ha producido cerca de 9.000 millones de toneladas de plástico, de las cuales apenas el 9 % se ha reciclado, lo que ha desbordado vertederos, contaminado ríos y formado gigantescos parches de desechos que flotan en los océanos.

De la curiosidad al laboratorio

Con el apoyo del Insectario de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia, y con la dirección de la profesora Karol Barragán, el investigador Bonilla diseñó un experimento para medir cómo las larvas podían consumir el icopor en condiciones controladas.

Para ello estableció 5 dietas con diferentes proporciones de icopor y salvado de trigo (residuo de refinar el cereal), así: una de 100 % icopor; otra con 75 % icopor y 25 % salvado de trigo; otra con partes iguales de ambos productos; una restante con 25 % icopor y 75 % salvado de trigo, y la última solo con salvado de trigo.

Cada larva, que pesa menos de 1 gramo, puede degradar icopor en cerca del 14 al 18 % de su peso vivo.

Cada combinación se probó en 6 grupos de 50 larvas que consumieron lo mismo, lo que permitió verificar que los resultados fueran consistentes.

También evaluó el peso, el gramaje (o consumo de icopor), el tiempo que se demoraron y la supervivencia de los grupos, así: durante 64 días el gusano de la harina, y 32 días el gusano rey.

Así, identificó que la mezcla más indicada fue la de 25 % icopor y 75 % de salvado de trigo, pues las larvas crecieron con normalidad y mantuvieron alta actividad metabólica, es decir que se siguieron alimentando, transformando los nutrientes en energía y creciendo sin señales de estrés o deterioro biológico. En cambio, las que se alimentaron solo de plástico mostraron retrasos en su desarrollo por la falta de nutrientes esenciales.

“Cada larva, que pesa menos de 1 gramo, puede degradar entre el 14 y el 18 % de su peso en icopor durante su etapa larval”, indica el magíster.

El secreto de esta sorprendente habilidad se esconde en su sistema digestivo. En el intestino de las larvas del gusano de la harina y del gusano rey vive la bacteria Exiguobacterium sp., un microorganismo capaz de romper las largas cadenas del icopor en fragmentos más simples, mediante un proceso conocido como despolimerización.

“Mediante este mecanismo, las larvas convierten una parte del plástico en dióxido de carbono (CO₂) —producto natural de la respiración biológica— y el resto en compuestos orgánicos que aprovechan como fuente de energía para su desarrollo, sin acumular residuos tóxicos ni biopolímeros”, explica el investigador.

De degradar plástico a alimentar peces

Después de comprobar su capacidad de biodegradación, el equipo fue más allá: utilizó las mismas larvas como materia prima para elaborar una harina rica en proteína. Tras secarlas y molerlas, las incorporaron a distintas mezclas con harina de pescado —el insumo convencional en acuicultura— para evaluar su efecto en la alimentación de peces y probar si los animales podían crecer con la misma eficiencia y sin alteraciones nutricionales.

En el estudio, durante 35 días se alimentaron alevinos de cachama blanca con 4 mezclas experimentales de harina: una con 25 % de harina de larva y 75 % de harina de pescado, otra mitad y mitad, una tercera con 75 % de harina de larva y 25 % de harina de pescado, y un grupo de control con alimento comercial

Los peces se mantuvieron en condiciones controladas en 30 tanques de 20 litros, con 6 ejemplares por tanque y 3 tanques por tratamiento, y no se registraron diferencias en el crecimiento ni en la supervivencia entre los grupos experimentales y el de control. En otras palabras, la harina obtenida de las larvas no afectó el desarrollo ni la salud de los peces, lo que confirma su viabilidad como fuente alternativa de proteína para la acuicultura.

“El hallazgo tiene valor ambiental porque la harina de pescado proviene de pesca industrial y subproductos marinos, mientras que las larvas se pueden criar con desechos orgánicos, y ahora incluso con residuos plásticos”, destaca el investigador.

El estudio confirma que las larvas de los gusanos de la harina y de los gusanos rey no solo pueden biodegradar el icopor, sino también transformarse en alimento para otras especies, cerrando así un ciclo biológico de aprovechamiento que reduce la presión sobre los ecosistemas.

Aunque aún se deben realizar más estudios para asegurarse de que los peces no conserven residuos de icopor, este trabajo sienta las bases para un modelo de economía circular viva, en el que los insectos actúan como agentes naturales en la lucha contra la contaminación por plástico.


Compártelo en redes

¿Cuál es tu reacción?

Emocionado
0
Feliz
0
Me gusta
0
No estoy seguro
0
Ridículo
0

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR

Comments are closed.

Más en:Ambiente