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Redacción. El algodón nos acompaña cada día. Es fuente de sustento unos 24 millones de pequeños agricultores y trabajadores, la mitad de ellos mujeres, y contribuye significativamente a las economías de muchos países en desarrollo. Es una cultura, un modo de vida y una tradición que hunde sus raíces en la civilización humana.

El algodón es la segunda fibra más grande en volumen, después del poliéster, y representa aproximadamente el 80% de la producción mundial de fibras naturales. Se estima que alrededor del 80% del algodón se usa en prendas de vestir, el 15% del uso se encuentra en los accesorios del hogar y el 5% restante corresponde principalmente a aplicaciones no tejidas, como filtros y material de relleno.

Este cultivo se practica en zonas tropicales y subtropicales estacionalmente secas. En 2023, la producción mundial de algodón se estimó en 24 millones de toneladas, siendo Estados Unidos y Brasil los mayores exportadores, y China el mayor importador. Producción que a nivel mundial está valorada en 75 mil millones de USD.

En América Latina, el algodón se remonta a miles de años de antigüedad e involucra la agricultura familiar como un actor clave en el desarrollo sostenible, a partir de la producción basada en sistemas agroalimentarios diversificados. Para estas familias agricultoras, el algodón toma una posición central en la generación de ingresos, jugando un importante rol en la promoción de mejores condiciones de vida para los agricultores y las agricultoras familiares. Los cultivos alimentarios en asociación con el algodón contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y la lucha contra el hambre y la pobreza.

La historia destacada en el Día Mundial del Algodón 2024

El pasado 7 de octubre se celebró el Día Mundial del Algodón. Eduvin y Alix son parte de la historia del algodón en Colombia, ellos son una pareja de agricultores familiares indígenas de la etnia Pijao, que junto a su hijo Armando, se dedican al cultivo del algodón, enseñando cómo el intercambio de conocimientos, las nuevas prácticas agrícolas y la cooperación entre países pueden contribuir para una mejor producción y una vida mejor para las familias rurales.

En su finca en Coyaima, ubicada a casi 200 kilómetros de la capital Bogotá, la familia Timote Chila cultiva el algodón como sinónimo del rescate de una tradición ancestral, donde las técnicas agrícolas pasaban de generación en generación, en un pasado donde este cultivo era considerado el “oro blanco”.

Desde el año 2017, el agricultor familiar, que es el concejal por las comunidades indígenas y gobernador del cabildo indígena Guaguarco Palmarosa, decidió unirse al proyecto +Algodón Colombia. El proyecto es una iniciativa de cooperación Sur-Sur trilateral desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC) y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MinAgricultura) de Colombia, en el marco del Programa de Cooperación Internacional Brasil-FAO.

Eduvin Timote, agricultor indígena, concejal por las comunidades indígenas y gobernador del cabildo indígena Guaguarco Palmarosa se unió al proyecto +Algodón Colombia.

Fusión de prácticas

Con apoyo del proyecto, Eduvin y Alix convirtió una hectárea de su finca en una Unidad de Cultivo Piloto (UCP), nombrada Los Braciles; un espacio donde las antiguas costumbres agrícolas se fusionaron con prácticas que respetan el medioambiente e innovaciones modernas, con ensayos, implementación y validación de diversas técnicas y buenas prácticas agrícolas, además del uso de tecnologías adaptadas.

Año tras año, el cultivo en la finca piloto fue transformándose. La tierra, antes agotada, comenzó a regenerarse y el algodón empezó a crecer, ocupando toda la hectárea de la UCP. Gracias a la asistencia técnica brindada por esta iniciativa de cooperación Sur-Sur, la familia Timote Chila aprendió a recuperar la calidad del suelo con el cultivo del algodón en asociación con el sésamo (ajonjolí). También fueron desarrolladas buenas prácticas para la reducción del uso de pesticidas mediante el control biológico de plagas.

Además de la recuperación del suelo, el incremento en la producción de la fibra, la familia también garantizó la seguridad alimentaria por medio del cultivo del maíz en asociación con el algodón. Con el apoyo del proyecto, el agricultor implementó una huerta casera para el autoconsumo de hortalizas, generando alimento para su familia. “Gracias al proyecto, hoy cultivo sin químicos. Nosotros trabajamos, por ejemplo, con ají, con jabón, con ajo”, señaló con orgullo el agricultor.

“Hoy, usamos jabones potásicos, productos biológicos, extractos de plantas y unos productos de muy bajo impacto a la persona, a las abejas, al medioambiente”, explicó el ingeniero Rubén Perdomo, técnico de campo del proyecto +Algodón en la región de Tolima-Huila, al comentar cómo el uso de productos caseros para el manejo y prevención de enfermedades fue introducido en la parcela.

Reducción del costo de la siembra

Según Perdomo, a partir del análisis del suelo y la construcción de calicatas – excavaciones para evaluar y dejar visible los perfiles del suelo – fue posible planificar la fertilización, logrando reducir costos. Asimismo, se hizo la utilización apropiada de abonos verdes, teniendo en cuenta que la incorporación del barbecho de ajonjolí (el uso de residuos de la cosecha de sésamo) mejoró la fertilidad del suelo reduciendo el uso del nitrógeno, durante el periodo de rotación. “También se implementó el uso de la sembradora rotativa, fomentada por el proyecto +Algodón, logrando reducir el costo de la siembra, la cantidad de semilla y obteniendo una mayor producción frente a los sistemas tradicionales”, destacó el ingeniero, que agregó que este modelo de rotación genera el aumento de la población de insectos polinizadores, especialmente abejas, y una mayor generación de empleo familiar.

Por medio del proyecto, Eduvin y su familia y otros agricultores vecinos también participaron de capacitaciones desarrolladas por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) del Espinal, institución socia del proyecto, en días de campo con la participación de agricultores y agricultoras, profesionales y funcionarios del municipio de Coyaima.

La cooperación entre la FAO y los gobiernos de Brasil y Colombia también apoyó el fortalecimiento de capacidades por medio de giras técnicas, donde conocieron nuevas buenas prácticas y tecnologías con apoyo de instituciones de investigación nacionales y brasileñas, como la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia) y la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa). Para el agricultor, el apoyo de la cooperación fue muy importante: “nos ha dado buenas habilidades a nuestro campo y a nuestros indígenas”, comentó Eduvin.

Los resultados en la mejora de la producción fueron notables. En la UCP de una hectárea fue obtenido un incremento en el rendimiento de cultivo del algodón, pasando de 1,5 toneladas/ha de algodón semilla en la primera temporada sembrada (2018), a 3 toneladas/ha en la temporada de 2021.

Generación de empleo

En agosto del 2024, el agricultor y su esposa cosecharon solamente en la UCP apoyada por el proyecto +Algodón cerca de 3 toneladas de algodón en rama. Los aprendizajes obtenidos en la parcela piloto también fueron aplicados en las otras ocho hectáreas que forman parte de su finca, que le generó una cosecha de más 20 toneladas. “El algodón genera empleo para nuestros compañeros”, afirmó Eduvin.

Pero más allá de los números, lo que verdaderamente emociona al agricultor es el impacto cultural de su trabajo con el algodón. “Estoy rescatando nuestra cultura”, recalcó al ver cómo su trabajo ayuda a preservar las tradiciones agrícolas de los indígenas Pijao, tan ligadas al cultivo del algodón.

El proyecto no solo transformó su finca, sino que extendió sus raíces a la comunidad. Alix, siempre al frente de su tienda, convirtió su local en un punto de encuentro para compartir conocimientos. La comunidad se reúne allí, discutiendo las buenas prácticas agrícolas, las nuevas técnicas aprendidas y también los retos para el acceso a semillas más económicas y los precios fluctuantes del mercado del algodón.

Eduvin y Alix no solo mejoraron su producción, sino también su calidad de vida. Su hijo estudia en la escuela agrícola del Sena, en Espinal, motivado por el ejemplo que ha visto en el proyecto, esperando servir a su comunidad. Con los ingresos obtenidos, renovaron su vivienda, mejoraron la cocina. Amigos y familiares también se sumaron al cultivo de algodón, viendo en este rubro una oportunidad para mejorar sus vidas, hecho que motiva a vecinos y familiares a sembrar algodón.

Gracias a la cooperación Sur-Sur desarrollada por +Algodón, las prácticas ancestrales de la etnia Pijao se han revitalizado. Con una mirada firme hacia el futuro, Eduvin sabe que el proyecto ha sembrado en él y en su comunidad algo más que semillas: el rescate del oro blanco.

Rescatando el algodón en los pueblos originarios

En Colombia, el proyecto +Algodón identificó la necesidad de trabajar con pueblos indígenas que tienen el cultivo del algodón como una tradición ancestral en algunas regiones del país. La etnia Pijao, de Coyaima, fue una de ellas.

En estos territorios, se implementaron unidades de cultivo piloto y se desarrollaron acciones para recuperar las semillas nativas y revalorizar culturalmente el algodón. Se destacó la participación de líderes indígenas en la iniciativa, evidenciando su compromiso con la preservación de sus tradiciones y conocimientos ancestrales.

Este trabajo conjunto permitió fortalecer los lazos entre las comunidades indígenas y el proyecto, promoviendo la valoración y conservación de sus prácticas agrícolas tradicionales y contribuyendo al reconocimiento de su sabiduría ancestral en el cultivo del algodón.

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