Agrónomo digital triplicó la producción de aguacate Hass sin usar más fertilizantes
Medellín, Antioquia. De piel rugosa, pulpa cremosa y sabor a nuez, el aguacate Hass es hoy uno de los frutos más cultivados y apetecidos del mundo. Nació en 1926 de una mutación natural en un huerto de California, a partir de una semilla de aguacate guatemalteco, y su popularidad despegó hacia los años sesenta. Desde entonces se ha convertido en un alimento estrella: no solo por su sabor, sino por su aporte en grasas saludables, vitaminas y fibra. En Colombia este fruto ha encontrado un terreno fértil para crecer y consolidarse como producto de exportación clave.
Aquí el cultivo de aguacate Hass tiene una particularidad que no se observa en otros países productores: dos ciclos productivos al año. Una cosecha principal y una traviesa, de menor volumen. “Esto no pasa en México, Perú o Chile. Es un fenómeno muy nuestro, que nos obliga a tomar decisiones técnicas con mucha más frecuencia”, explica el ingeniero industrial Andrés Felipe Sánchez Arango, magíster en Ingeniería – Analítica de la Universidad Nacional de Colombia (Unal) Sede Medellín.
Dicha dinámica particular en el país exige un monitoreo constante del cultivo, con implicaciones directas en el manejo de fertilización, control de plagas y planificación de labores, y fue uno de los retos que impulsó el desarrollo de una herramienta como Saulo.
Uno de los factores que dificulta la producción eficiente de aguacate en Colombia es la presencia de aluminio en el suelo, especialmente en zonas ácidas. “El aluminio bloquea el paso de los nutrientes a la planta limitando la eficiencia y haciendo que los planes de nutrición sean inocuos”, menciona el investigador. Para que los árboles absorban adecuadamente los fertilizantes aplicados, el suelo debe tener un pH de entre 5,5 y 6,5. Sin embargo, en muchas fincas este nivel no se mide con precisión, lo que agrava los desequilibrios nutricionales y hace que los insumos se pierdan.
Mayor uso de fertilizantes
En la actualidad el país cuenta con cerca de 55.777 hectáreas cultivadas y se proyecta que esa cifra aumente un 36 % hacia 2033. Sin embargo, este crecimiento se ha dado en medio de un modelo agrícola con serias deficiencias técnicas, especialmente en la fertilización de los suelos. Entre 2002 y 2016 el consumo de nitrógeno, fósforo y potasio fue 4,3 veces superior al promedio global, lo que ha generado sobrecostos para los productores, impactos ambientales negativos y desequilibrios en los cultivos.
El uso intensivo de fertilizantes y pesticidas también contamina el suelo y el agua, altera los microorganismos benéficos e impacta la biodiversidad, incluyendo insectos polinizadores y otras especies fundamentales en el ecosistema agrícola. Esta realidad ha generado preocupación por los efectos acumulativos de los agroquímicos en territorios de alta producción.
La idea de crear Saulo surgió cuando el ingeniero Sánchez evidenció que, aunque muchos productores tecnificaban sus cultivos con sensores o plataformas, seguían tomando decisiones basadas en la intuición o en recomendaciones genéricas.
Al analizar las prácticas de fertilización en la finca El Cateo, cuyo suelo es sumamente ácido, notó que estaban aplicando hasta 3 veces más insumos de los requeridos sin obtener mejores resultados. “Me pregunté cómo hacer que la información se transformara realmente en decisiones inteligentes y adaptadas a cada entorno”, relata.

Saulo se aplicó en la finca El Cateo, en San Vicente Ferrer, Antioquia. Foto: Andrés Felipe Sánchez Arango, magíster en Ingeniería – Analítica de la Unal Sede Medellín.
Un agrónomo digital que piensa como humano
El proyecto comenzó con el desafío de mapear y organizar correctamente los datos y flujos de procesos de la unidad productiva. Se quería recopilar información detallada de cada árbol: su ubicación, tipo de suelo, plagas, enfermedades, condiciones climáticas, características del suelo, planes de trabajo aplicados y costos, entre otros. La meta era convertir estos datos en información valiosa y contextualizada.
Saulo fue diseñado para cumplir esa función, con la capacidad de razonar como un agrónomo experto, proponer estrategias de nutrición, calcular costos por árbol, analizar clima en tiempo real y ofrecer recomendaciones según las condiciones particulares de cada cultivo.
A diferencia de otras herramientas de agricultura de precisión que dependen de sensores en campo o imágenes satelitales, Saulo interpreta datos históricos, climáticos y productivos con una lógica basada en agentes inteligentes y modelos de comportamiento humano. No solo analiza qué está pasando en el cultivo, sino que también proyecta escenarios y propone acciones según metas agronómicas específicas.
Además, integra una base de datos semántica construida en grafos, que permite representar relaciones complejas entre variables agrícolas y responder preguntas en lenguaje natural.
Para cerrar la brecha entre la recolección de datos y su uso efectivo, Saulo actúa como un agrónomo digital capaz de conversar con el agricultor. A través de una interfaz tipo chatbot, el sistema responde preguntas como ¿cuánto fertilizante debo aplicar esta semana?, o ¿cuál es el mejor momento para fumigar?, cruzando información del cultivo con conocimientos técnicos.
De igual manera puede entregar análisis sobre rendimiento, evolución del suelo, tratamientos aplicados, y sugerir mejoras específicas para la fertilidad o el control de plagas. En las pruebas piloto alcanzó un 100 % de precisión en las consultas sobre datos productivos y un 90 % al integrar conocimiento agronómico en sus recomendaciones.
Triplicó la producción
Gracias a su implementación, la finca El Cateo pasó de producir 25 toneladas por hectárea a estimar una proyección de entre 70 y 90 toneladas en un ciclo anual, sin ampliar el área ni incrementar el uso de fertilizantes. Además del aumento en el rendimiento, el sistema permitió tomar decisiones con mayor oportunidad y sustento técnico, disminuyendo las pérdidas por plagas o por aplicación errónea de insumos, y optimizando los recursos disponibles. “Ya no se fertiliza por rutina ni se fumiga por sospecha, sino porque hay evidencia de que es necesario”, destaca el ingeniero.
Según el investigador, Saulo se puede adaptar a otros cultivos y regiones del país, siempre que se alimenten con datos confiables. Su diseño fue pensado para ser de bajo costo, consultable desde un celular y sin necesidad de conexión permanente a internet.
Además de optimizar recursos, herramientas como esta también aportan a la calidad del alimento que llega al consumidor final. Al reducir el uso innecesario de químicos, se disminuye el riesgo de residuos en los frutos, lo que representa un avance en salud pública y seguridad alimentaria. “Estamos cuidando el suelo, el agua y también a quien consume ese aguacate”, concluye.