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ExSecretario de Cultura de Buenavista. Gestor cultural.

Por: Óscar Melendres Garcés.
Entre murmullos altisonantes de voces que van y vienen en medio de todo el agite natural que generan los procesos electorales tuve la gran fortuna de recorrer, una vez más, las rutas que conducen a la ruralidad de Buenavista, Córdoba.

Es completamente fascinante repetir este recorrido una y otra y otra vez. Conforta saber que al llegar a tu destino te espera el abrazo sincero y la mirada franca de personas que, en cada acción, contribuyen al crecimiento integral de un pueblo que avanza hacia una mejor calidad de vida.

Indudablemente soy un convencido de que nuestro municipio, desde todas las perspectivas, tiene las condiciones para convertirse en un territorio visible ante el mundo y podríamos centrar esta línea discursiva en las potencialidades naturales y ecológicas que poseemos, en su riqueza cultural debido a la diversidad que nos caracteriza, en la calidad de gente propia de los habitantes de esta tierra, en la paz que se respira a diario y en cada rasgo distintivo que marca al buenavistero.

En el nuevo recorrido que hice por estos trayectos hay algo que me llamó poderosamente la atención y es el motivo central de este texto. Coincidió la agenda de campaña electoral con esa época del año que nos regala el espectáculo sinigual de encontrar desnudos a muchos árboles que son propios de nuestra riqueza en fauna.
Desnudos por doquier fueron apareciendo, árboles, a través de los trayectos recorridos. Naturalmente hermosos, imponentes, desprevenidos…como llamando la atención de todos, como disfrutando el momento, como sabiéndose centros de atención de miradas diversas que esculcan el entorno propio de ellos.

Desnudos permanecerán, esos árboles, durante varios días o semanas quizá. Esperando que el ciclo natural les provea de su vestimenta y vuelvan a obtener el follaje con el que nos han acostumbrado a apreciarlos, a reconocerlos y hasta a extrañarlos.
Desnudos, estos árboles, nos ofrecen un espectáculo que no puede pasar desapercibido ante nuestra sensibilidad. Llaman la atención, incluso, del más desprevenido de los mortales y manifiestan implícitamente el mensaje sobre la necesidad de despojarse a diario de aquello que ya ha cumplido su ciclo en nuestras vidas.

Desnudos, estos árboles, nos extienden la invitación a renovarnos no solo en lo externo sino, además en la parte interna del ser. De esta manera, al igual que los árboles, iniciaremos una nueva etapa en nuestras vidas.

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4 COMENTARIOS

  1. Una excelente columna dominical y una invitación a renovarnos, tal como hacen los arboles, iniciar a renovarnos nosotros mismos para lograr un gran impacto de pensamiento en nuestro hermoso municipio.

  2. Me parece algo muy hermoso y cada ves que leo una de tus columnas quisiera estar en mi pueblo y disfrutar de todos esas maravillas

  3. Nuestra tierra es maravillosa y usted la hace visible y única con cada palabra que escribe sobre ella, 🍃😍

  4. Muy linda la columna.

    Buenavista Buenavista

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